La actividad física y la buena salud van de la mano. Pero si tienes una enfermedad, dolor o mucho sobrepeso, tal vez tengas miedo de hacer ejercicio. Además, si tus capacidades físicas son limitadas, quizás sientas que el poco ejercicio que puedes hacer no te servirá de mucho. Entonces, ¿por qué molestarte?
Esto es comprensible. Sin embargo, aquí tienes una razón valiosa para moverte más: mereces sentirte bien. La actividad física puede ser de gran ayuda precisamente para eso.
No pienses en el ejercicio como en una tarea obligatoria, sino en lo bueno que es para ti y en lo bien que te puede hacer sentir. Sigue estos pasos para moverte más:
- Si no eres físicamente activo o tienes alguna enfermedad, habla primero con tu médico para saber qué actividades son seguras para ti.
- Busca una actividad física que disfrutes y que puedas seguir haciendo a lo largo del tiempo.
- Programa tiempo para el ejercicio como lo harías para cualquier otra cita. Incorpóralo a tu rutina, como si fuera cepillarse los dientes. Las actividades cotidianas, como las tareas de limpieza o cuidar el jardín, también cuentan.
- Comienza poco a poco. Estaciónate más lejos de la tienda o da un paseo alrededor de la manzana. Muévete a un ritmo que te parezca adecuado.
- Varía tus actividades cardiovasculares y de fortalecimiento muscular. Así será menos probable que te aburras.
- Intenta realizar 150 minutos de actividad aeróbica moderada o 75 minutos de actividad aeróbica vigorosa a la semana, o una combinación de actividad moderada y vigorosa. Si es necesario, divídela en pequeños bloques de tiempo de cinco o diez minutos.
No importa cuánto peses o qué te aflija: toda actividad física hace bien. Incluso una pequeña cantidad de ejercicio es mejor que no hacer nada. La actividad física puede ayudarte a sentirte mejor, física y emocionalmente.